El increíble arte de esculpir en la punta de un lápiz




Tallar con paciencia microesculturas en la mina de un lápiz de grafito, tan diminutas que sus detalles deben observarse con lupa, es la fascinante afición del bosnio Jasenko Djordjevic, de la ciudad norteña de Tuzla.





Desde hace siete años, Djordjevic, fotógrafo de profesión y también entrenador de artes marciales, se dedica a esculpir figuras de un tamaño de cuatro milímetros, en la propia punta del lápiz que sirve para escribir.

Ha hecho hasta ahora unas 200 esculturas diferentes.





El artista dice que es difícil encontrar lápices con un grafito de calidad que permita un trabajo tan minucioso como el suyo.

"Es como realizar tallas en piedra, pero yo lo hago en grafito, en este espacio limitado, menudo, frágil, de cuatro milímetros. Sólo la longitud permite formas", explica.

Djordjevic asegura que ha aprendido a no enojarse cuando a poco de dar la forma final a una obra, después de horas y horas de trabajo, ésta se rompe.

Entonces suele dejar el trabajo hasta el día siguiente.

"Esto requiere mucha paciencia y mucho esfuerzo", señala.

Cuando decide el motivo que desearía modelar, primero hace un dibujo esquemático y, acto seguido, se pone a trabajar con bisturí y aguja de dentista para reproducir de la forma más fiel posible su esbozo en el grafito.

"Trabajo paso a paso, y cuando acabo una parte, la parte 'cruda', le tomo fotos. Donde más me detengo es en los detalles. Observando las fotografías decido qué tendría que perfeccionar. Eso puede durar varios días o incluso semanas", cuenta el insólito artista.

Sus obras no permiten error o irregularidad, porque es casi imposible corregir nada.

Por eso, Djordjevic necesita una profunda concentración, mucha paz y una buena fuente de luz.

Pocas personas en el mundo se dedican a esculpir en grafito, y Djordjevic no ha conocido a ninguna en persona, pero sigue el trabajo de un autor estadounidense y dos chinos.

Desde la infancia siempre tuvo una gran afición por las miniaturas. "En una ocasión elaboré un diminuto barco de papel, de 0,7 por 1 milímetro", dice, y asegura que sólo por "alguna formalidad" no entró en el libro Guinness de los récords.

Empezó a esculpir en grafito después de que su hermano le mostrara fotos de obras de un estadounidense y le preguntara "más en broma" si él podía hacer algo así.

"Me gustó la idea y me puse a hacerla realidad. Varios días después, le entregué una obra y le dije: 'Ya ves que puedo'. Mi hermano casi no lo creía, porque lo hice sin conocimientos previos de ese trabajo", señala.

Desde entonces ha ido aprendiendo y ganando destreza, y conociendo y analizando herramientas y la calidad de grafito en el lápiz, que no debe ser ni muy duro ni blando para que pueda modelarse.

Ha participado en varias exposiciones en Bosnia-Herzegovina, Noruega y otros países, y algunas de sus obras se encuentran en el museo del lápiz The Cumberland Pencil Museum, del Reino Unido.

Fuente: EFE.





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